jueves, 3 de enero de 2008

~El instante eterno~ (Henri Cartier-Bresson)


Henri Cartier-Bresson (22 de agosto 1908 - 2 de agosto 2004) fue un célebre fotógrafo francés considerado por muchos el padre del fotorreportaje.
Después de terminar sus estudios de pintura en 1927-1928 a cargo de André Lhote à Montparnasse y de frecuentar los círculos surrealistas parisinos, decidió dedicarse a la fotografía. A sus 23 años, en Costa de Marfil, recogió sus primeras instantáneas con una Krauss de segunda mano. Publicó su reportaje el año siguiente(1931). De regreso a Francia, en Marsella, adquirió una cámara Leica, la cual quedaría asociada con su persona. En 1947, él cofunda junto a Robert Capa, David Seymour y George Rodger la agencia Magnum y a través de sus viajes por el mundo definiría la fotografía humanista: visitó Africa, México, y los Estados Unidos. En 1936 realizó un documental sobre los hospitales de España republicana y se convertiría más tarde en el asistente del cineasta Jean Renoir.
A lo largo de su carrera, tuvo la oportunidad de retratar a personajes de la talla de Pablo Picasso, Henri Matisse, Marie Curie, Edith Piaf, Fidel Castro y Ernesto Guevara. También cubrió importantes eventos, como la muerte de Gandhi, la Guerra Civil Española o la entrada triunfal de Mao Zedong a Pekín. Cartier-Bresson fue el primer periodista occidental que pudo visitar la Unión Soviética tras la muerte de José Stalin.
Junto a su esposa, la también fotógrafa Martine Frank, creó en el año 2000 una fundación encargada de reunir sus mejores obras. Falleció el 2 de agosto de 2004 en Cereste, al suroeste de Francia.
El reportaje

Siempre tuvo una idea clara, que era la de atrapar el instante decisivo, versión traducida de sus "images a la sauvette", que vienen a significar con más precisión "imágenes a hurtadillas". Se trataba, pues, de poner la cabeza, el ojo y el corazón en el mismo momento en el que se desarrolla el clímax de una acción.
Para Cartier-Bresson, el reportaje fotográgico consiste en una única foto cuya forma tenga el suficiente rigor y riqueza, y cuyo contenido tenga la suficiente resonancia. Pero es difícil de conseguir esto. “Los elementos del tema que hacen saltar la chispa son a menudo dispersos”, dice el fotógrafo. Defiende que uno no tiene el derecho de juntarlos a la fuerza, porque ponerlos en escena sería falsearlos. De ahí la importancia del reportaje, la página reunirá esos elementos complementarios repartidos en varias fotos.
Él nunca se había sentido un periodista, sino un ciudadano que toma notas, que utiliza las fotografías como otro llenaría cuadernos de palabras.
“El momento decisivo”, es la característica principal de su obra. Pero ese momento decisivo no ocurre de manera fortuita y aleatoria. Hay todo un ejercicio por detrás, una trayectoria en la que establece determinadas relaciones de forma y fondo a través de la cámara, da relieve a uno u otro sujeto y extrae la mayor intensidad a una escena.
Henri Cartier-Bresson fue muy pronto acusado de academicismo y le reprocharon su frialdad a la vista de su preocupación formal. Para él es más importante la relación entre formas que la luz, dice que el equilibrio de volúmenes lo es todo. Pero todo es más complejo. Para Cartier-Bresson, la fotografía es “el reconocimiento simultáneo, en una fracción de segundo, por una parte del significado de un hecho y, y de otra, de la organización rigurosa de las formas captadas visualmente y que expresan ese hecho”. Es decir, que para hacer una fotografía hay que estar en el lugar para comprender lo que pasa, y al mismo tiempo, no hay que dejar que lo anecdótico haga perder ese ojo educado, la capacidad para organizar el espacio de acuerdo con lo que hay que expresar. Esto es el “instante decisivo”.
Cartier-Bresson recorrió Europa y América, Occidente y Oriente, y se convirtió en un intérprete sensible del Japón y la India contemporáneos. Su obra revela importantes contrastes, pero también la curiosidad y el respeto por distintas formas de vivir y de ver el mundo. Para muchos, es el fotógrafo más importante de este siglo, el hombre que enseño a sus contemporáneos a mirar a través de una cámara. Es uno de los nombres fundamentales de la historia de la fotografía del último siglo y fue pionero del fotoperiodismo moderno.

Crítica fotográfica

Debido a la espontaneidad con la que Cartier-Bresson trabajaba, en algunas fotografías hay “errores”. Por ejemplo, en Las provisiones del domingo a la mañana, aparece, por el borde inferior de la foto, el pie cortado del niño que lleva en sus manos las botellas de vino.




Sin embargo, la expresión del muchacho, llena de gozo por ser el encargado de llevar la bebida a casa es única. Aquí es cuando nos podemos preguntar, ¿qué es preferible: una foto formalemente bien hecha o una fotografía con fuerza? Realmente, yo preferiría poder alcanzar este “poder” de Henri Cartier-Bresson de lograr las expresiones y momentos más inesperados y espontáneos; que más tarde, no podrán repetirse, ya que si se intentara reconstruir la escena fotografiada, sería “falsa”, sería un modelo del original.



La siguiente fotografía es igualmente espontanea por la imagen de la persona andando en bicicleta, que pasa fugaz por delante del objetivo; y sin embargo, parece que utiliza las reglas dela composición. Las escaleras de caracol, junto con la acera y la carretera que forman una curva cumplen la norma de las líneas, en este caso curvas. Que, tal vez por ella, el ojo se nos centra en la persona y nos da la sensación de ésta también está curvada. A más de uno nos gustaría saber qué es lo que pasó para que lograra tal fotografía. ¿Debió de verla antes de que pasara?



Es muy fácil de ver lo especial de esta foto, pero meva a ser más difícil explicar lo que veo en ella, a pesar de ser tan visible. En primer lugar, Cartier-Bresson hizo una instantánea en el momento justo en el que dos mujeres mayores pasaban por debajo de una terraza con dos estatuas de dos mujeres, creando así una simetría y un paralelismo. Es cierto que podría sobrar parte de la imagen izquierda, ya que esa parte de la casa no nos dice nada, pero una de las características de este fotógrafo era no retocar el revelado, ni tan siquiera cortarlo; él sólo plasmaba el momento justo de una escena espontánea en la vida cotidiana de la sociedad. Otro elemento que se puede apreciar en la fotografía es el contraste de color que crean las dos puertas que están al lado de las dos señoras. Quién diría que no está preparado.



Esta fotografía de Henri cartier-Bresson es bastante conocida, y no me extraña. Ha lo grado, no se sabe cómo, captar el momento justo en el que una persona va corriendo sobre el agua, después de pasar por una escalera, y hace mágico el instante, ya que parece que la persona está volando. ¡El ser humano ha conseguido uno de sus objetivos, volar! Por lo menos, así lo parece y así ocurrió. No es una foto trucada ni nada por el estilo, simplemente un golpe de suerte, si se puede decir así. Parece ser que las personas podemos hacer cosas increíbles delante de una cámara, ya que ésta capta momentos que de otra manera no significarían nada. Por otro lado, se está utilizando la regla de los tercios, ya que la persona está colocada en uno de esos puntos importantes de la fotografía.



En la siguiente fotografía Cartier-Bresson utiliza la regla de las líneas, por la que éstas nos guían hacia el punto importante de la foto. En este caso, viene desde el fondo y nos lleva hasta el primer plano de la imagen, en la que surge un contraste entre los soldados y una niña que aparece entre ellos. Se puede comprobar que corta a un soldado en el primer plano y parte de la bandera, de ahí que no esté plasmada la regla del encuadre.



A mi parecer, esta fotografía del señor con su capa en medio de una paseo está bastante lograda. Digo lograda no con ánimo de menospreciar las anteriores, sino porque utiliza muy bien la regla de las líneas centrando al hombre dentro del paseo, y a su vez está cumpliendo con la regla de los tercios, ya que el hombre están en el punto inferior derecha, lo que se consigue así un efecto extraño, como si no estuviera centrada la fotografía, pero estando el tema muy bien colocado, el hombre realmente está en el medio de las hileras de árboles.



Las dos siguientes fotografíaslas he querido poner en e blog más que nada porque me gustan por lo que me transmiten; a mí me resultan muy tiernas, pero a otras personas les puede hacer sentir otra emoción o no hacerles sentir nada, a gusto de consumidor. Pero eso es algo que me entusiasma, el poder plasmar para la posteridad momentos tan significativos, no para la humanidad, sino para las personas que salen en las fotos o para las que sienten algo al verlas. Transmitir sensaciones que además se captan casi por casualidad me parece un verdadero logro y un gran Arte.
La primera pareja con el perro debajo de la mesa, me parece que está muy bien construida, ya que a pesar de que no se utiliza la regla de los tercios, si encuentro en ella una simetría: en la pareja en sí y en ésta con el perro. Además, los tres están curvados hacia delante, lo que me parece muy curioso y gracioso por parte del perro. Entre los tres están formando un “triángulo amoroso”, y parece crearse un círculo con las tres formas, crean una figura redonda. Por otra parte, y como he aprendido con este fotógrafo, es que el encuadre no le importa tanto, ya que en esta foto le faltan los pies al hombre y parte de la espalda a la mujer, pero sí hay que procurar mantener un equilibrio entre las formas, como logra con esta fotografía.



De esta última fotografía digo lo mismo que de la anterior, aunque también de muchas otras de Henri Cartier-Bresson: a mi entender al fotógrafo le importaba más captar las experiencias humanas que conseguir una fotografía bien encuadrada o formalmente perfecta. Lo redondo era lo que transmitía, un flujo que corre desde la imagen hasta el interior de la persona que la ve; incluso dentro de la fotogradía misma. En esta foto, la pareja acurrucada está bien colocada en uno de los puntos de los tercios, y a pesar de cortarle las piernas a ambas personas, no le quita esa intimidad que hay entre ellos, de hecho, la logra transmitir de tal manera que ni un mago sacando su conejo del sombrero lograría mejor hazaña.

2 comentarios:

Bardo Negro dijo...

Qué curioso, justo cuando yo tenía que hacer un ensayo hablando sobre fotoperiodismo (aquí en Southampton).
Qué gloriosos tiempos de la fotografía cuando Cartier-Bresson fundó Magnum junto a otros grandes fotógrafos.
Lástima que la fotografía haya perdido tanto valor. Pasa lo de siempre, que no tenemos tiempo de detenernos en contemplar nada.

Enrique Fernández dijo...

Hola wenas, decirte que habíamos pensado hacer una cena de fotoperiodismo.
Para saber más: http://www.habraquehacercenadefotoperiodismooque.blogspot.com/